Una fuerza gravitacional a millones de años luz empezó a halar todo, podría tratarse de un agujero negro masivo debido a que hay pocos fenómenos gravitacionales capaces de acumular semejante cantidad de energía, tanta es su fuerza que podría absorber planetas y galaxias enteras.
Empece a recorrer cuerpos celestes a gran velocidad. Al parecer no me encontraba solo, había otras personas en la misma situación, apenas lograba notar sus presencias en medio de la borrosidad del espacio generada por la rapidez. Con eso descubrí que el traje también era capaz de soportar velocidades cercanas a la luz. Aquella fuerza de atracción era cada vez más intensa, tanta era la presión que hasta el mismo traje alcanzo a encogerse un poco, esto significaba una cosa; cada vez estaba más cerca a la fuente.
El ambiente cambiaba constantemente. Toda clase de colores, formas, texturas y luces aparecían aleatoriamente, se trataba de elementos inmersos en sustancias y materiales dentro de galaxias. De alguna manera estos se trastornan a medida que un cuerpo (yo) ajeno los traspasa a velocidades superiores a la luz.
Había uno diferente al resto, esta esfera estaba completamente cubierta de una especie de gas azulado, y un poco más alejada que las demás.
La velocidad aumento nuevamente. Esta vez era diferente, era como si viajara a través de un túnel de energía.
Una voz extraña proveniente del cielo habló a lo lejos, dijo: “Este es el Planeta 21”. También explicó lo sucedido; todo pasó debido a un fenómeno cuántico que altero el espacio y tiempo de toda la galaxia Andromeda, causando a su vez un efecto de duplicación de determinados cuerpos celestes, esto significo el nacimiento de una nueva dimensión temporal con características similares ala nuestra. El planeta 21 era la misma tierra de hace unas décadas atrás, exactamente los años setenta.